La carrera política de José Tomé Roca, hasta ahora uno de los dirigentes socialistas con mayor peso institucional en Galicia, se desplomó en cuestión de horas tras hacerse públicas hasta seis denuncias internas por presunto acoso sexual. La revelación, adelantada por el programa Código 10, desencadenó una crisis que ha sacudido al PSOE en un momento ya marcado por tensiones internas.
Hasta entonces, Tomé se movía con total comodidad en los círculos de poder: acceso privilegiado a los actos de la dirección del partido, presencia destacada en la presentación del programa electoral del PSOE junto a Pedro Sánchez o trato de figura clave dentro del socialismo gallego. Su posición le permitía exhibir un peso institucional que lo situaba en primera línea de la política provincial y nacional.
En aquel acto, defendió la necesidad de “continuar creando más avances sociales, derechos y libertades”. Esa imagen, símbolo de su cercanía a Ferraz y del respaldo que había acumulado, contrasta de forma abrupta con su salida forzada de la primera línea tras las denuncias.
Aunque negó los hechos, la presión interna lo llevó a abandonar la presidencia de la Diputación de Lugo y la secretaría provincial del PSdeG. Sin embargo, decidió mantener tanto la Alcaldía de Monforte de Lemos como su acta de diputado provincial, pasando a ser no adscrito, un escenario que aún genera incertidumbre política.
Una figura con amplio poder territorial
Profesor de Tecnología Agraria con raíces en el sindicalismo, Tomé construyó un dominio territorial poco común para un PSOE debilitado en la política autonómica pero sólido en la municipal. Desde 2015 consolidó su liderazgo como alcalde de Monforte de Lemos, cargo que revalidó con mayoría absoluta, lo que lo catapultó a la presidencia de la Diputación en 2019 gracias a un acuerdo con el BNG.
Ese ascenso fue acompañado por un creciente control orgánico. Al sumar la secretaría provincial del partido, concentró un doble poder —institucional y orgánico— que, según fuentes socialistas, derivó en un liderazgo personalista y centralizado. Entre las críticas internas figuraba también la percepción de un reparto de fondos favorable a ayuntamientos afines.
Las tensiones culminaron en abril de 2025, cuando revalidó su liderazgo provincial con un 58% de los votos frente al 42% del sector crítico. La división se hizo aún más visible cuando tres diputados del PSOE se ausentaron de un pleno clave, un gesto interpretado como ruptura definitiva.
Cercanía a Ferraz y polémicas anteriores
En los últimos años, Tomé fortaleció su red de apoyos nacionales, atrayendo a Lugo a cargos del núcleo duro del PSOE como el entonces secretario de Organización, Santos Cerdán. Los actos institucionales y las visitas desde Madrid fueron, para muchos, parte de una estrategia destinada a reafirmar su proximidad al poder central.
No era la primera vez que su figura se veía envuelta en polémica. En 2021 protagonizó un incidente al referirse al “aspecto de leopardo” de una diputada durante un pleno, unas palabras que le valieron críticas dentro y fuera del partido.
Su dimisión, combinada con la decisión de mantener cargos clave en la política local y provincial, añade un nuevo capítulo oscuro a la trayectoria del PSOE en Galicia y profundiza la crisis interna que arrastra la organización a nivel nacional.















