La primera sesión de control al Gobierno tras la condena del fiscal general, Álvaro García Ortiz, parecía ofrecer al Partido Popular el escenario perfecto para una ofensiva parlamentaria. Sin embargo, el momento que Alberto Núñez Feijóo llevaba semanas preparando terminó convertido en un tropiezo inesperado que descolocó a su propio grupo y alivió la presión sobre Pedro Sánchez.
El líder del PP confiaba en cerrar su intervención con un golpe de ingenio: una frase final parodiando el título de una serie para referirse al presidente. Pero, en el instante decisivo, la palabra se le atragantó. En lugar de rematar con “Anatomía de un farsante”, Feijóo pronunció un desconcertante “¡Anotop!”, justo cuando el micrófono se apagaba. La escena provocó un silencio tenso entre los suyos y se convirtió en la anécdota inesperada de la jornada.
Era un día clave. Feijóo había preguntado a Sánchez si iba a “pedir perdón a los españoles” tras la condena del fiscal general, una fórmula recurrente que el presidente respondió alineándose con los periodistas que declararon como testigos en el juicio y cargando de nuevo contra Miguel Ángel Rodríguez. El líder socialista añadió después un mensaje velado: “El tiempo pondrá las cosas en su sitio”, en referencia al recorrido judicial que aún queda por delante para varias causas.
Mientras tanto, el número dos del PP, Miguel Tellado, convirtió el fallo del Supremo en munición política sin matices: “El fiscal general es un delincuente”, llegó a afirmar, añadiendo que actuó bajo instrucciones de Moncloa, pese a que el propio Supremo descartó esa acusación por falta de pruebas.
Más preocupación por Ábalos y Koldo que por Feijóo
En el PSOE reconocen en privado que el tropiezo de Feijóo fue un alivio. Sus mayores temores no están en el hemiciclo, sino en el Tribunal Supremo. Allí comparecen este jueves José Luis Ábalos y su antiguo colaborador, Koldo García, en la vistilla en la que la Fiscalía podría pedir prisión preventiva para ambos. Las penas solicitadas —24 años para Ábalos y 19 para Koldo por las comisiones en la compra de mascarillas— han hecho saltar todas las alarmas en Ferraz.
La tensión aumentó esta semana cuando Koldo aseguró en El Español que él mismo condujo el coche que llevó a Sánchez y a Santos Cerdán a una reunión con Arnaldo Otegi para cerrar la moción de censura de 2018. Tanto PSOE como EH Bildu lo negaron de forma tajante. Aun así, Ábalos salió a respaldar esa versión en redes sociales, alimentando un nuevo foco de inquietud en su antiguo partido.
Un Supremo en el centro del foco
La condena al fiscal general también ha quedado rodeada de polémica por la propia actuación del Tribunal Supremo. Su presidente, Andrés Martínez Arrieta, bromeó en público, dos días antes del fallo, diciendo: “Tengo que poner la sentencia al fiscal general”, en una conferencia organizada por el Colegio de la Abogacía de Madrid, acusación en el proceso. Lo que en la sala generó risas, fuera ha sido interpretado como una muestra imprudente sobre un veredicto que, según indicios posteriores, ya estaba decidido.
Además, ha trascendido que uno de los magistrados que firmó la condena codirigió en 2024 la tesis doctoral del abogado de la pareja de Isabel Díaz Ayuso, un vínculo que añade más ingredientes a la controversia judicial.
Un día que no salió como estaba previsto
El PP había preparado la sesión como un golpe de autoridad parlamentaria. Pero el error de Feijóo, sumado a las nuevas grietas abiertas por el caso Ábalos-Koldo, desdibujó la ofensiva. Lo que debía ser una jornada de desgaste para Sánchez terminó convertida en un episodio incómodo para la bancada conservadora y, sobre todo, en un recordatorio de que incluso los guiones más ensayados pueden torcerse en el último segundo.










