La Policía Nacional ha desmantelado una organización criminal asentada en Almería y con ramificaciones en Granada y Huelva, dedicada presuntamente al tráfico de drogas y armas. La operación, desarrollada este miércoles bajo la dirección del Juzgado de Instrucción número 2 de Almería, incluyó registros simultáneos en 18 domicilios, cortijos y naves industriales vinculadas a los investigados.
Según fuentes judiciales, la investigación, coordinada por la Unidad de Drogas y Crimen Organizado (UDYCO), se centra en un grupo jerarquizado que combinaba el tráfico de marihuana y cocaína con la compraventa de armas cortas, cargadores y munición. El presunto cabecilla residía en Almería y contaba con colaboradores encargados de tareas específicas: desde el cultivo y ocultación de la droga hasta la intermediación en operaciones de compraventa de armas.
Los registros se llevaron a cabo desde primera hora de la mañana en distintos puntos de la capital almeriense y su entorno, así como en Vícar (Almería), los municipios granadinos de Pulianillas, Albolote y Loja, y en la ciudad de Huelva. La operación contó con la participación de unidades de intervención y grupos especiales de la Policía Nacional.
Las pesquisas revelan que la red mantenía un doble negocio delictivo, utilizando en ocasiones las armas como forma de pago en transacciones de droga. Se detectaron incluso intercambios de vehículos por cocaína y un mercado estable entre ambas actividades ilícitas.
Entre los inmuebles registrados figura un cortijo en Pechina (Almería), ya investigado meses atrás, que habría servido como punto de ocultación de armas y escenario de operaciones previas del grupo desmantelado.
Durante los registros, los agentes incautaron material para el cultivo interior de marihuana, como focos, balastros, extractores y sistemas de ventilación, además de documentación, material informático y dispositivos de almacenamiento. Los soportes digitales fueron confiscados para su análisis, mientras que los equipos eléctricos empleados en los cultivos han sido destruidos por orden judicial.
La organización empleaba lenguaje cifrado en sus comunicaciones, refiriéndose a la droga como “ladrillos” o “chiquitines”, y realizaba movimientos nocturnos y entregas discretas entre viviendas para evitar ser detectada.
Por el momento, el número de detenidos no ha sido revelado, ya que las diligencias continúan abiertas y bajo secreto sumarial. Los investigadores consideran que se trata de una operación de especial relevancia por la conexión entre el tráfico de drogas y el comercio ilícito de armas en el sureste peninsular.




