El Real Madrid sumó un nuevo tropiezo en LaLiga al empatar 1-1 contra el Girona en Montilivi, prolongando su mala racha a tres partidos consecutivos sin ganar y cediendo el liderato al Barcelona. La igualada llegó gracias a un penalti transformado por Mbappe, después de un primer tiempo sin profundidad ni claridad ofensiva.
El equipo de Xabi Alonso dominó gran parte del encuentro, pero le faltó profundidad y capacidad de ruptura. Las jugadas individuales y los desbordes brillaron por su ausencia, y pese a la hiperactividad de Mbappé, los ataques madridistas carecieron de efectividad. El técnico reaccionó introduciendo a Camavinga para dar más dinamismo y ritmo, pero ni él ni los cambios posteriores lograron inclinar la balanza a favor del Madrid.
El Girona, por su parte, supo ejecutar un plan sólido bajo las órdenes de Míchel, aprovechando los errores en la salida de balón del Madrid y manteniendo un repliegue organizado. La figura de Ounahi se destacó como el jugador diferencial del equipo catalán, con un gol que abrió el marcador tras una brillante combinación con Tsygankov.
El empate deja al Madrid en una situación complicada: tres partidos sin ganar frente a rivales considerados modestos y la presión creciente sobre Xabi Alonso, cuyo crédito comienza a agotarse entre los aficionados y la prensa. La falta de soluciones ofensivas y la incapacidad de romper defensas cerradas ponen en evidencia que el equipo necesita ajustes urgentes si quiere mantenerse en la lucha por LaLiga.
El próximo desafío del Madrid será clave para frenar la mala dinámica y recuperar confianza antes del parón navideño.
















