En una semana clave para la tauromaquia, tanto el Parlamento Vasco como la Asamblea Nacional francesa han rechazado propuestas que buscaban restringir o eliminar las corridas de toros. Estos dos reveses al animalismo reafirman el respaldo institucional a esta expresión cultural en territorios donde su continuidad estaba en entredicho.
La tradición taurina ha salido reforzada en dos escenarios clave: Euskadi y Francia. En ambos territorios, instituciones políticas han rechazado intentos legislativos de restringir o eliminar las corridas de toros, dando lugar a lo que muchos defensores del sector han considerado como una “semana histórica” para la tauromaquia. El animalismo, que ha ganado protagonismo en el debate público y legislativo, ha recibido dos reveses significativos que, según expertos del sector, suponen un giro importante en el discurso cultural y político.
En el caso del Parlamento Vasco, la decisión fue clara: blindar legalmente la tauromaquia dentro del marco cultural y jurídico, impidiendo cualquier intento de prohibición o restricción arbitraria. La resolución tuvo el respaldo de varios grupos parlamentarios que argumentaron que la fiesta de los toros forma parte del patrimonio cultural español, y que no debe ser objeto de persecución ideológica. Este blindaje ofrece un margen de estabilidad para las plazas taurinas del norte, que en los últimos años habían visto reducido su número de espectáculos ante la creciente oposición social.
En paralelo, en Francia, la Asamblea Nacional rechazó de manera rotunda una proposición de ley que pretendía suprimir las corridas de toros en todo el país. La votación fue considerada como una victoria clave por los partidarios de la tauromaquia francesa, quienes defienden la lidia como parte integral de la cultura del sur del país, especialmente en regiones como Occitania y Provenza. El ministro de Cultura, así como varias figuras del arte y el espectáculo, se posicionaron a favor de mantener la diversidad cultural y proteger lo que consideran una forma legítima de expresión artística.
Los colectivos animalistas han reaccionado con críticas contundentes, acusando a los legisladores de perpetuar el sufrimiento animal en nombre de la tradición. Sin embargo, los defensores de los toros insisten en que estas decisiones son una reivindicación de la libertad cultural, del respeto al pluralismo, y del derecho a conservar expresiones populares con siglos de historia.
Estas dos resoluciones legislativas tienen también implicaciones en el futuro de la tauromaquia a nivel europeo, ya que refuerzan la idea de que la cultura taurina aún goza de legitimidad institucional, a pesar de la creciente presión social en su contra. Con ello, el debate queda lejos de cerrarse, pero por ahora, la lidia gana terreno en los parlamentos frente a las campañas abolicionistas.
La Fundación del Toro de Lidia y otras organizaciones del sector han valorado positivamente ambas decisiones y han llamado a seguir defendiendo la fiesta desde un enfoque pedagógico, cultural y jurídico. Mientras tanto, las plazas de toros en ambos países respiran con alivio ante la garantía de continuidad.








