El Partido Socialista Obrero Español (PSOE) atraviesa uno de los momentos más delicados de su historia reciente, marcado por una tempestad de escándalos, dimisiones y detenciones que han puesto en entredicho la imagen del partido y del propio Gobierno en un final de año político especialmente agonizante.
En menos de una semana, la formación ha visto cómo se alejaban de sus filas figuras prominentes: la dimisión forzada de José Tomé, presidente de la Diputación de Lugo, tras denuncias de acoso sexual; el cese de Antonio Hernández, mano derecha de Paco Salazar; y la detención de la exmilitante Leire Díez y del expresidente de la SEPI, implicados en investigaciones de corrupción.
Estas decisiones, según fuentes oficiales del PSOE, forman parte de un intento por contener “la sangría” de noticias negativas que han eclipsado los logros del Ejecutivo y han generado un profundo desánimo interno. Miembros del Gobierno reconocen que la sucesión de casos ha planteado una crisis de credibilidad especialmente grave para un partido que se proclama firme defensor de la lucha contra el machismo y la corrupción.
El clima en Ferraz es de tensión. Varios dirigentes admiten que la mala gestión comunicativa y política ha amplificado el daño reputacional, mientras voces críticas dentro del PSOE cuestionan la estrategia seguida por la dirección liderada por Rebeca Torró.
La situación se agrava además por una sensación creciente de “fin de ciclo” entre cargos y parlamentarios socialistas, quienes señalan que la concatenación de escándalos podría tener efectos duraderos en la percepción pública y en el futuro electoral del partido.
Este contexto coincide con una presión política externa intensa. En el Congreso, la oposición ha utilizado los casos de acoso para cuestionar al Gobierno, elevando las críticas y avivando el desgaste institucional.
Fuentes socialistas aseguran que, además de las decisiones recientes, se preparan nuevas resoluciones sobre los casos todavía abiertos, como el expediente contra Paco Salazar, con el objetivo de recuperar la confianza perdida y volver a centrar la agenda en políticas públicas clave.















