La decisión del presidente Pedro Sánchez de ausentarse dos semanas para disfrutar de unas vacaciones ha desatado una tormenta interna en el Gobierno y el PSOE. Críticas, descontentos y dudas afloran en un momento clave de la legislatura, poniendo en evidencia las grietas de la coalición y la incertidumbre política nacional.
La noticia ha sorprendido a muchos: en plena recta final de un año convulso, con debates parlamentarios pendientes y negociaciones clave sobre leyes de presupuesto, inversiones y unidad territorial, Pedro Sánchez decidió anunciar un descanso de dos semanas “para recargar energías”. Esta ausencia ha encendido las alarmas dentro del PSOE y del Ejecutivo, donde muchos advierten que el liderazgo no puede permitirse “vacaciones de piloto automático”.
Voces críticas desde su propio partido afirman que esta decisión transmite una imagen de desconexión en un momento delicado. Algunos dirigentes denuncian que la coalición está “al borde del colapso” y que la pausa del presidente podría agravar tensiones internas, debilitar líneas de mando y aumentar la inestabilidad en asuntos clave como migración, economía y políticas sociales.
La polémica no se limita a los pasillos del poder. En diversos foros públicos, la ciudadanía también expresa incredulidad y rechazo: consideran poco apropiado que, mientras se pide sacrificios a la población —subidas de impuestos, reformas estructurales y recortes en algunos servicios— el presidente aproveche para desconectar. Las redes sociales se han llenado de críticas, memes y comparaciones con situaciones similares en gobiernos previos, donde descansos prolongados se tradujeron en crisis políticas.
Por su parte, fuentes oficiales del Gobierno defienden la decisión: argumentan que el relevo institucional está garantizado, que las funciones del Ejecutivo continuarán con normalidad, y que este descanso forma parte de la planificación habitual de cualquier cargo político en España. Aseguran que no existe motivo para alarma y que “el trabajo no se detiene”, aunque reconocen que la imagen pública resultará delicada.
El calendario político no ayuda: con sesiones parlamentarias próximas, debates sobre presupuestos y negociaciones con socios europeos en curso, la ausencia prolongada del presidente coincide con un momento de tensión política generalizada. Varios analistas coinciden en que esta pausa podría enturbiar la gobernabilidad a corto plazo.
La decisión de Pedro Sánchez de disfrutar de dos semanas de vacaciones ha prendido la mecha de una crisis interna en el PSOE y en el Gobierno. Aunque algunos defienden que las instituciones funcionan con normalidad, otros advierten del desgaste institucional que supone desconectar cuando el país vive un momento crucial. El pulso político se vuelve aún más intenso, y el riesgo de encontrar grietas en la coalición —o incluso una parálisis legislativa— crece. En política, descansar está bien… siempre que no se pause el país.















