El nombramiento de Teresa Peramato como nueva Fiscal General del Estado ha generado un amplio debate en el ámbito judicial y político español. Con una carrera que abarca más de tres décadas, Peramato ha sido reconocida por su riguroso trabajo en la Fiscalía, especialmente en la lucha contra la violencia de género.
El proceso de designación fue impulsado por el Consejo de Ministros, que considera a Peramato como una profesional del derecho con un «reconocimiento unánime» entre los operadores jurídicos. Este respaldo es fundamental, especialmente después de la dimisión de Álvaro García Ortiz, quien fue condenado por la revelación de datos, dejando vacante un cargo de crucial importancia en el sistema judicial.
Las principales asociaciones de fiscales, como la Unión Progresista de Fiscales (UPF) y la Asociación de Fiscales (AF), han expresado su apoyo a la candidatura de Peramato. La UPF, de la que ha formado parte durante años, aplaudió su elección, señalando que «encarna de manera sobresaliente las mejores virtudes» para ser fiscal general. Cristina Dexeus, portavoz de la AF, también ha destacado que Peramato es una profesional brillante y no tiene objeciones a su propuesta.
El entorno de trabajo de Peramato ha sido destacadamente positivo, siendo considerada una mujer de carácter firme, rigurosa en su labor, trabajadora e inteligente. Su trayectoria en la Fiscalía, en especial su trabajo en la defensa de los derechos fundamentales y su sentido institucional, ha impresionado tanto a sus colegas como a las asociaciones judiciales que aspiran a incrementar la credibilidad del Ministerio Público.
Además de su carrera brillante, otro aspecto que ha sido mencionado es la necesidad de que Peramato aborde los retos que surgen tras la controversia en torno a García Ortiz. Marien Ortega, portavoz de la Asociación Judicial Francisco de Vitoria (AJFV), ha expresado esperanzas en que su designación ayude a restablecer la imagen del Ministerio Público, que ha sido dañada por los recientes eventos. Su gestión podría significar un nuevo comienzo para la Fiscalía, que ha estado bajo la sombra de una crisis institucional.
A pesar de los elogios, no todas las voces han coincidido en su apoyo. La Asociación Profesional e Independiente de Fiscales (APIF), de tendencia más conservadora, ha manifestado que la elección de Peramato refleja una continuidad con su predecesor. Miguel Pallarés, presidente de la APIF, ha señalado que, aunque los méritos de Peramato son indudables, la asociación no tiene muchas expectativas de que su designación represente un cambio significativo en la dirección de la Fiscalía.
La crítica se centra en la experiencia de Peramato dentro de la UPF, lo que ha levantado ciertas preocupaciones sobre su independencia respecto al Gobierno. Pallarés ha remarcado que es vital para el Ministerio Fiscal recuperar su posición como órgano independiente dentro del poder judicial, y espera ver cómo Peramato abordará esta responsabilidad en su nuevo rol.
A medida que el proceso de nombramiento avanza, el debate sobre la dirección futura del Ministerio Público se intensifica. ¿Logrará Teresa Peramato recuperar el prestigio del Ministerio Público y restaurar la confianza pública en la Fiscalía? Solo el tiempo lo dirá, pero su trayectoria sugiere que está más que equipada para afrontar el desafío.










