El PSOE atraviesa una grave crisis interna tras la revelación del caso Salazar, que ha generado indignación entre sus propias filas y reabre el debate sobre la gestión de la dirección del partido. Algunos miembros cuestionan cómo es posible que el presidente no estuviera al tanto, subrayando el coste electoral que esta polémica puede acarrear, considerado incluso más dañino que episodios de corrupción anteriores.
Desde Ferraz, la dirección busca contener las críticas internas, reconociendo la gravedad del caso y comparándolo con los casos de Cerdán y Ábalos para resaltar la seriedad de la situación. No obstante, dentro del partido se percibe que el escándalo afecta directamente a la confianza del electorado y pone a Sánchez en el centro del debate.
“Nos da donde más duele”, coinciden varios dirigentes, en referencia al impacto político negativo que podría tener este asunto sobre la imagen del PSOE ante los próximos comicios. La cúpula trabaja a contrarreloj para frenar la expansión de las críticas y restaurar la cohesión, mientras la polémica sigue generando tensión interna.
















