El Partido Popular afronta las elecciones autonómicas en Extremadura con la sensación agridulce de haber tenido la mayoría absoluta al alcance de la mano sin llegar a concretarla. En el entorno de María Guardiola reconocen que una última semana de campaña marcada por decisiones controvertidas ha diluido unas expectativas que, durante días, parecían al alza.
Cuando la presidenta extremeña decidió adelantar los comicios, prácticamente todos los factores jugaban a su favor: la tendencia creciente del PP a nivel nacional, el retroceso demoscópico del PSOE, el bloqueo presupuestario provocado por Vox y, especialmente, el procesamiento del líder socialista regional, Miguel Ángel Gallardo, por la presunta contratación irregular del hermano del presidente del Gobierno cuando dirigía la Diputación de Badajoz.
Durante gran parte de la campaña, Guardiola logró centrar el debate en la estabilidad y en la necesidad de desbloquear la gobernabilidad. Mientras tanto, sus adversarios se veían envueltos en distintas polémicas: el PSOE lidiaba con denuncias internas y Vox atravesaba una crisis en su organización juvenil. Las encuestas y los seguimientos internos reflejaban un crecimiento sostenido del PP que alimentó, aunque de forma discreta, la posibilidad de alcanzar la mayoría absoluta.
Sin embargo, ese impulso se frenó en los últimos días. En el equipo de campaña admiten que decisiones como la ausencia de Guardiola en el debate televisivo de RTVE o el tono empleado tras el robo de una caja fuerte en una oficina de Correos —que contenía 14.000 euros y 124 votos— pudieron pasar factura. “La mayoría la teníamos muy cerca y se escapó por errores innecesarios”, reconoce un dirigente popular.
Pese a todo, en el PP extremeño confían en un resultado sólido. Asumen que el escenario más probable sigue siendo la dependencia de Vox, aunque con un objetivo claro: ganar las elecciones, ampliar la distancia con el PSOE y superar en escaños al conjunto de la izquierda, de modo que baste la abstención de la formación de Santiago Abascal para garantizar la gobernabilidad.
El líder nacional del PP, Alberto Núñez Feijóo, se muestra optimista. En declaraciones recientes, aseguró que su partido pasará de empatar con el PSOE a distanciarse claramente, con una ventaja que podría rondar los diez puntos. A su juicio, superar el 40% de los votos en una comunidad tradicionalmente socialista sería un hecho “inaudito”.
Feijóo restó importancia a las presiones de Vox y confía en que, si el PP gana y la formación de Abascal queda tercera, no bloqueará la investidura de Guardiola. Además, considera que la situación extremeña es distinta a otros pactos autonómicos y que el objetivo prioritario es reactivar una legislatura que quedó paralizada.
Así, el PP encara la cita electoral convencido de haber consolidado un giro político en Extremadura, aunque con la incómoda sensación de que pudo haber ido un paso más allá.















