La angustia y la incertidumbre marcan las horas de la familia española afectada por el naufragio de un barco turístico en aguas de Indonesia. Mientras continúan las labores de búsqueda de Fernando y sus tres hijos menores, desaparecidos tras el siniestro, los familiares han iniciado el viaje al país asiático con un doble objetivo: acompañar a Andrea, la madre rescatada, y agilizar la repatriación a España de la hija menor, también salvada del mar.
Uno de los hermanos de Andrea ya se encuentra en Indonesia y permanecerá junto a ella durante los días que duren las tareas de rescate. Además, otros tres familiares tienen previsto viajar en las próximas horas para reforzar el apoyo familiar en un momento especialmente delicado.
Los equipos de rescate han confirmado que las operaciones en la zona continuarán al menos durante tres días más. Sin embargo, las esperanzas de encontrar con vida al padre y a los tres niños se van reduciendo con el paso del tiempo. «Salvo un milagro…», lamenta Enrique Ortuño, padre de Andrea y abuelo de los menores, desde su domicilio en La Pobla, donde espera noticias junto a otros dos nietos que no participaron en el viaje.
Andrea y su hija fueron rescatadas por una embarcación tipo zodiac tras el hundimiento y desde entonces mantienen contacto con la familia. Según relatan los allegados, el accidente ocurrió cuando el barco se dirigía a la isla de Komodo, una de las excursiones previstas durante las vacaciones navideñas. «El barco se partió, volcó y se llevó a los niños y a su padre hacia el fondo», explicó Ortuño.
Por el momento, no se ha localizado ni el barco ni rastro alguno de los desaparecidos, pese a la incorporación de una nueva embarcación a las labores de búsqueda. Los trabajos se interrumpen cada noche y se retoman al amanecer, siguiendo los protocolos habituales en este tipo de emergencias marítimas.
La prioridad de la familia ahora es evitar que Andrea afronte sola la espera en Indonesia y lograr que la menor rescatada pueda regresar a España lo antes posible, mientras se mantiene viva, aunque cada vez más frágil, la esperanza de un desenlace distinto.

















