Washington exige un gasto militar del 5 % del PIB y vincula ayuda comercial, tecnológica y militar a su cumplimiento
En su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, la administración de Donald Trump lanza un claro mensaje a sus aliados europeos: solo los países que asignen al menos un 5 % de su PIB al gasto en defensa podrán acceder a nuevos acuerdos comerciales, tecnológicos o militares con Estados Unidos.
Para países como España, que actualmente invierten muy por debajo de ese umbral, la consecuencia podría ser la pérdida de acceso a ventajas estratégicas ofrecidas por Washington. La Casa Blanca justifica esta exigencia como parte de un giro profundo en su política exterior, que busca trasladar mayor carga militar a los socios europeos.
Europa bajo mirada crítica: advertencia de “irreconocible en veinte años”
El documento estadounidense describe a Europa como un continente en declive, afectado según su visión por la inmigración masiva, la baja natalidad y la pérdida de identidad cultural. La estrategia advierte de que, si estas tendencias continúan, Europa podría ser “irreconocible” dentro de veinte años.
Además, el nuevo enfoque de seguridad cuestiona el peso y la eficacia de organismos supranacionales como la Unión Europea y la OTAN, lo que supone un duro golpe político al modelo actual de cooperación y defensa colectiva.
Reacción española: rechazo y defensa del modelo de bienestar
El Gobierno español ha rechazado la exigencia del 5 % de gasto en defensa, calificándola de desproporcionada y contraproducente. Desde el Ejecutivo se sostiene que un incremento de tal magnitud tendría un impacto directo sobre las cuentas públicas y podría obligar a recortes en servicios esenciales o a un aumento de la presión fiscal.
España, por el momento, mantiene su compromiso de aproximarse al 2 % del PIB en inversión en defensa, cifra que ya representa un incremento significativo respecto a años anteriores.
La nueva postura de Washington ha generado inquietud en Madrid y en otras capitales europeas, que consideran que la presión estadounidense trasciende lo militar y tiene un fuerte componente económico y geopolítico. El endurecimiento del discurso añade tensión a unas relaciones transatlánticas que, hasta ahora, se habían basado en la cooperación y la confianza mutua.
¿Qué implica este giro para España y Europa?
Entre las principales consecuencias que se barajan se encuentra una posible pérdida de influencia comercial y tecnológica para aquellos países que no alcancen el objetivo marcado por Estados Unidos. También se prevé un aumento de la tensión política entre Washington y sus tradicionales aliados europeos.
A su vez, los gobiernos del continente se enfrentan a un difícil dilema: aumentar de manera drástica su presupuesto en defensa o mantener las actuales políticas sociales y de bienestar. Este escenario podría favorecer el auge de posiciones nacionalistas y debilitar aún más la cohesión interna de la Unión Europea.














