En un movimiento drástico en su estrategia de presión sobre el Gobierno de Venezuela, el presidente estadounidense Donald Trump ha ordenado un bloqueo total de todos los petroleros que hayan sido sancionados y que entren o salgan del país latinoamericano. Esta medida refleja la creciente tensión entre Washington y Caracas, y forma parte de la lucha de Trump contra el narcotráfico en la región.
Desde hace tiempo, el petróleo se ha convertido en la principal fuente de ingresos para el régimen de Nicolás Maduro. Sujeto a un embargo desde 2019, Venezuela se ha visto forzada a vender su producción petrolera en el mercado negro a precios considerablemente más bajos, principalmente a países como China. Trump ha afirmado que las ganancias del petróleo son utilizadas por el Gobierno de Maduro para financiar actividades ilegales y la violencia en la región.
Las declaraciones de Trump enfatizan su visión de que el régimen de Maduro está involucrado en una vasta red de narcotráfico, aunque el presidente venezolano ha negado con firmeza estas acusaciones, argumentando que se trata de un intento de Estados Unidos para desestabilizar su Gobierno y apoderarse de los recursos petroleros del país.
En un día reciente, Trump reiteró su compromiso de mantener una fuerte presencia militar en el Caribe, con la intención de erradicar el narcotráfico que, según él, se origina en Venezuela. «Venezuela está completamente rodeada por la armada más grande jamás reunida en la historia de Sudamérica», declaró, sugiriendo que el despliegue militar podría intensificarse en los próximos días.
Trump también ha ordenado ataques a narcolanchas en el Caribe, lo que ha resultado en un aumento en las cifras de muertos en la zona, en medio de una dura campaña contra el tráfico de drogas. La jefa de gabinete de Trump, Susie Wiles, ha comentado que estas acciones son parte de una estrategia más amplia para debilitar la posición de Maduro, asegurando que las operaciones militares se continuarán hasta lograr un cambio de régimen en Venezuela.
A pesar de la dureza del discurso estadounidense, Maduro ha respondido con llamado a sus ciudadanos, instándolos a unirse a una gran protesta mundial en contra de las sanciones y el bloqueo que han afectado a la industria petrolera y gasífera. En un congreso reciente, el mandatario venezolano también mencionó la necesidad de defender la libertad comercial del país y hacer frente a lo que él describe como una «agresión multidimensional» por parte de Estados Unidos.
Como parte de este clima de confrontación, Maduro ha denunciado acciones específicas del Gobierno estadounidense, incluyendo la confiscación de un buque petrolero que transportaba petróleo venezolano. Este barco fue incautado por orden de un juez norteamericano debido a sus vínculos con el contrabando, un hecho que ha exacerbado las tensiones ya existentes entre ambos países.
Además de las acciones militares y de bloqueo, la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos ha emitido advertencias a las aerolíneas sobre el deterioro de la seguridad al volar sobre Venezuela, en un contexto en el que se intensifican las amenazas de un conflicto armado en la región. Tanto Trump como Maduro han mantenido conversaciones esporádicas, aunque no han logrado percibir un camino hacia la reconciliación, lo que augura un futuro incierto para la relación bilateral.
















