Lo que debía ser una noche de celebración acabó convirtiéndose en uno de los crímenes más impactantes de los últimos años en Galicia. Ana María Enjamio Carrillo, una ingeniera de 25 años, fue asesinada tras una cena de empresa navideña celebrada en Vigo en diciembre de 2016, en un caso que destapó una historia de obsesión y violencia.
La joven trabajaba en una filial de Citroën en O Porriño y había acudido a la tradicional cena de Navidad junto a sus compañeros. Entre ellos se encontraba su expareja, César Adrio Otero, con quien había mantenido una breve relación sentimental marcada por el control y la dificultad de él para aceptar la ruptura.
Tras finalizar la cena, Ana regresó a su domicilio acompañada de unas amigas, que la dejaron en el portal del edificio. Horas más tarde, su cuerpo fue hallado en el rellano con 28 puñaladas, muchas de ellas dirigidas al corazón, lo que evidenciaba la extrema violencia del ataque.
En un primer momento, la investigación se vio dificultada por la desaparición del arma homicida y del teléfono móvil de la víctima. Sin embargo, las pruebas científicas, especialmente el ADN encontrado en la ropa de Ana, junto a otros indicios, permitieron a los investigadores situar a César Adrio como principal sospechoso del crimen.
Las pesquisas revelaron que la relación entre ambos había estado marcada por un constante envío de mensajes, actitudes de control y presiones por parte de él para retomar la relación, algo que Ana había rechazado de forma clara. Según la reconstrucción judicial, esa obsesión y la incapacidad de aceptar el final del vínculo fueron determinantes en el desenlace fatal.
Años después, el asesinato de Ana Enjamio continúa siendo recordado en Vigo como un trágico ejemplo de las consecuencias de la violencia ejercida contra las mujeres y de la importancia de detectar y frenar a tiempo comportamientos obsesivos y de control.


















