Mientras el relato oficial sitúa a España como la «estrella económica» de Europa por su crecimiento impulsado por la demanda interna, ciertos analistas alertan de que esta prosperidad podría ser «prestada y temporal», sostenida artificialmente por los fondos europeos y el crecimiento ilimitado de la deuda pública.,
El actual panorama económico de España está inmerso en un debate sobre la solidez y la sostenibilidad de su crecimiento. Si bien las estimaciones oficiales y de la mayoría de los analistas apuntan a que la economía cerrará el año con un crecimiento del PIB cercano al 2,9% —cifra que sitúa al país como un motor clave de la Unión Europea—, el origen de este dinamismo está bajo la lupa.
Según el análisis de expertos críticos, el actual «festival de dinero» que inunda la economía está sosteniendo artificialmente el PIB. El crecimiento se percibe como una «prosperidad prestada y temporal», impulsada por dos factores principales:
- Fondos Europeos: El dinero procedente de Bruselas actúa como una «muleta» o «dopaje institucional» que, sin ser eliminado, mostraría la incapacidad de España para generar un crecimiento verdaderamente robusto y autónomo.
- Endeudamiento Salvaje: El crecimiento ilimitado de la deuda pública conlleva un coste de 42.000 millones de euros solo en intereses, una cifra que en otro contexto se vería con preocupación, no como una señal de celebración.
Las paradojas del «milagro»
La discrepancia entre las cifras de crecimiento y los indicadores estructurales clave alimenta este escepticismo. A pesar del aumento del PIB, España sigue duplicando la tasa de paro de la Eurozona y presenta un avance en productividad que es considerado lento.
Los críticos argumentan que esta situación no es lógica y que se está «presumiendo de músculo fiscal cuando realmente estábamos engordando con dinero ajeno».
Riesgo al cerrar el grifo
La reflexión central que se plantea es qué sucederá cuando se termine el ciclo de inyección de liquidez europea y se cierre el «grifo» de los fondos.
La tesis es que, una vez se «apaguen las luces» de este dopaje financiero, muchos indicadores económicos mostrarán que no brillaban por mérito propio, sino por la iluminación externa. Los analistas instan a la clase política a dejar de lado la propaganda y afrontar la situación con realismo, implementando las reformas estructurales necesarias para generar un crecimiento sólido y sostenible que no dependa de la financiación externa.
















