El ambicioso proyecto para unir Europa y África por ferrocarril bajo el Estrecho de Gibraltar tendrá que esperar más de lo previsto. El túnel submarino entre España y Marruecos no estará operativo para el Mundial de Fútbol de 2030, la fecha simbólica que durante años se había utilizado como referencia política y mediática.
Así lo recoge el último estudio de viabilidad técnica, que rebaja las expectativas a corto plazo pero despeja una de las grandes dudas históricas: la infraestructura es técnicamente posible. El informe, elaborado por la empresa alemana especializada en tuneladoras Herrenknecht, concluye que la obra puede ejecutarse con la tecnología actual, aunque advierte de una complejidad extrema que obliga a ampliar los plazos.
Según el escenario más realista, el túnel podría entrar en funcionamiento entre 2035 y 2040, siempre que se mantenga el respaldo político y financiero durante los próximos años.
Un reto geológico sin precedentes bajo el Estrecho
El estudio pone el foco en uno de los tramos más delicados del trazado: el umbral de Camarinal. Bajo esta zona del Estrecho, el subsuelo presenta condiciones especialmente adversas, con formaciones geológicas muy fracturadas, materiales inestables y una estructura del terreno que dificulta enormemente la perforación con tuneladora.
Pese a ello, las conclusiones son más optimistas que en décadas anteriores. Los expertos aseguran que hoy existen soluciones técnicas suficientes para afrontar estos riesgos, siempre que se realicen trabajos previos de reconocimiento exhaustivo y se adopten métodos constructivos avanzados. Este avance supone un paso decisivo tras años de estudios que nunca llegaron a traducirse en planes concretos.
El impulso actual se enmarca en el relanzamiento del proyecto por parte del Gobierno español desde 2023, tras un largo periodo marcado por acuerdos bilaterales, estudios preliminares y falta de financiación.
Un nuevo anteproyecto para definir el calendario real
Tras conocerse el informe de viabilidad, la sociedad promotora ha encargado la actualización completa del anteproyecto a la empresa pública Ineco. La nueva versión, prevista para agosto de 2026, será la primera revisión integral desde 2007 e incluirá el trazado definitivo, los análisis de seguridad, los estudios geotécnicos y el diseño de las terminales.
El túnel tendría una longitud aproximada de 65 kilómetros, de los cuales unos 40 discurrirían bajo territorio español. La entrada norte se situaría en el entorno de Vejer de la Frontera, con conexiones tanto a la línea ferroviaria Cádiz-Sevilla como al eje de Algeciras, además de enlaces por carretera para facilitar la integración logística.
La infraestructura contaría con dos tubos ferroviarios independientes, cada uno con una sola vía, y una galería de servicio destinada a emergencias y mantenimiento. En su punto más profundo, el túnel alcanzaría casi 500 metros bajo el nivel del mar y permitiría cubrir el trayecto entre España y Marruecos en unos 30 minutos, tanto para pasajeros como para mercancías.
Coste millonario y financiación aún por definir
Antes de iniciar la obra principal, el plan contempla la construcción de un túnel exploratorio antes de 2027 para confirmar sobre el terreno las condiciones geológicas detectadas en los estudios. Este paso será clave para ajustar las soluciones técnicas y reducir riesgos.
El coste estimado supera los 8.500 millones de euros solo en la parte española, incluyendo la ejecución, las instalaciones y un margen para imprevistos. La financiación sigue siendo una de las grandes incógnitas, con la vista puesta en posibles fondos europeos y en ingresos futuros derivados del transporte ferroviario, servicios logísticos o infraestructuras complementarias como cables eléctricos o de telecomunicaciones.
Aunque no se descarta un inicio simbólico de las obras en torno a 2030, coincidiendo con el Mundial que organizarán España, Marruecos y Portugal, el calendario ya no deja margen para dudas: el túnel no estará listo para esa cita. Lejos de considerarlo un fracaso, los promotores defienden que se trata de una inversión estratégica a largo plazo destinada a transformar la relación económica y social entre Europa y África.













