El Ejército de Estados Unidos ha llevado a cabo recientemente tres ataques en aguas internacionales del Pacífico oriental, dirigidos contra buques presuntamente involucrados en narcotráfico. Estos ataques han resultado en la muerte de ocho hombres, lo que ha suscitado un amplio debate y reacciones internacionales.
Según un comunicado del Ejército, la información de inteligencia apuntaba que las narcolanchas operaban en rutas bien conocidas por su conexión con el tráfico de drogas. En la publicación hecha a través de X, se detalló que los barcos estaban dedicados a actividades ilícitas que comprometen la seguridad marítima y la lucha global contra el narcotráfico.
En Venezuela, el presidente Nicolás Maduro ha reaccionado a estos ataques. A pesar de no haber realizado declaraciones oficiales inmediatas tras el anuncio, Maduro expresó su confianza en que las autoridades estadounidenses contengan a los que considera «locos» que buscan provocar una guerra en Suramérica.
Maduro alega que los ataques navales de EE.UU. son una amenaza directa a la estabilidad de su gobierno, interpretándolos como un intento de cambio de régimen. Durante su programa semanal, «Con Maduro +», enfatizó que el pueblo estadounidense debe intervenir para detener a los militaristas de su país que desean intensificar el conflicto en la región.
El mandatario también destacó que diversos sectores sociales y políticos en Estados Unidos, incluidas iglesias y sindicatos, son conscientes del valor de la paz y del respeto hacia Venezuela. En este sentido, agradeció a quienes salieron a protestar en apoyo a su gobierno, describiendo los recientes movimientos de la marina estadounidense como actos de agresión.
La situación se complica aún más ya que la administración de EE.UU. considera a Maduro un líder ilegítimo y presuntamente al frente de un cartel de narcotráfico conocido como el Cartel de los Soles. Estos alegatos son rechazados por funcionarios venezolanos, quienes los describen como invenciones destinadas a justificar la intervención externa.
En respuesta a las acciones de EE.UU., el gobierno venezolano ha aumentado su movilización militar en varias partes del país. Expertos sugieren que el despliegue naval estadounidense representa el mayor esfuerzo de este tipo desde la primera Guerra del Golfo, lo que revela la seriedad de las tensiones actuales.
Además, Maduro se ha pronunciado sobre la actuación de organismos internacionales como la Corte Penal Internacional (CPI) y la ONU, cuestionando su silencio y respuesta ante lo que califica como un «caso de piratería» relacionado con la confiscación de un buque petrolero venezolano por parte de EE.UU. La incautación del mismo, según Maduro, pone de manifiesto la necesidad de una mayor solidaridad con Venezuela frente a agresiones externas.
Recientemente, el presidente Donald Trump anunció una nueva estrategia contra el tráfico de drogas, calificando al fentanilo como un «arma de destrucción masiva». Este enfoque ha generado un mayor interés sobre las implicaciones legales y operativas de catalogar sustancias narcóticas de esta manera, lo que podría transformar la forma en que se combaten las drogas en el país.
A medida que los Estados Unidos continúan estructurando sus políticas en torno a la seguridad y el narcotráfico, las tensiones con Venezuela parecen estar lejos de resolverse, con ambos países en un constante intercambio de acusaciones y movilizaciones.
















