El Real Madrid se impuso por 2-0 a un Sevilla muy mermado, pero lo hizo sin despejar las dudas que rodean al equipo. Los goles de Bellingham y Mbappé —este último igualando el récord anual de Cristiano Ronaldo con 59 tantos— no lograron silenciar los pitos de una afición cada vez más inquieta. Courtois volvió a ser decisivo en una noche marcada por la bronca a Vinicius y la fragilidad defensiva blanca.
La tregua navideña no trajo calma al Santiago Bernabéu. Aunque el marcador colocó al Madrid a solo un punto del Barcelona, la sensación general fue de preocupación. El equipo de Xabi Alonso volvió a mostrarse desconectado, endeble atrás y sostenido casi en exclusiva por un portero extraordinario y la pegada de su delantero estrella. El Sevilla, pese a sus bajas y su delicada situación deportiva, dispuso de múltiples ocasiones claras que habrían castigado sin piedad a cualquier rival menos protegido por Courtois.
El técnico blanco apostó por un once continuista, sin sorpresas ni concesiones. La única excepción fue Asencio como lateral derecho, una solución de emergencia ante las lesiones de Carvajal y Trent y la ausencia de Valverde. Con un frente ofensivo repleto de talento —Güler, Bellingham, Rodrygo, Mbappé y Vinicius—, el problema volvió a ser el mismo: la falta de compromiso sin balón y la desorganización colectiva.
El Sevilla, golpeado por las lesiones y la Copa de África, sorprendió con una puesta en escena valiente. Encontró espacios con facilidad ante una presión blanda del Madrid y generó peligro constante, especialmente con Isaac Romero, que desperdició un mano a mano en los primeros minutos que desató los primeros silbidos del público.
El juego del Madrid fue plano y previsible. Vinicius volvió a ser foco de la impaciencia de la grada, mientras que Bellingham y Güler sufrieron en su adaptación al rol de centrocampistas. Solo Mbappé, a base de acciones individuales, agitó algo el ataque, aunque sin acierto.
El gol llegó a balón parado, casi como un alivio. Una falta innecesaria de Marcao y un mal ajuste defensivo permitieron a Bellingham cabecear a la red un centro preciso de Rodrygo. Fue la única acción verdaderamente convincente del conjunto blanco en toda la primera mitad.
Tras el descanso, el partido se rompió. Mbappé rozó el gol en varias ocasiones, incluso estrellando un cabezazo en la cruceta, mientras Courtois multiplicaba sus intervenciones para sostener al equipo. El duelo se convirtió en un intercambio sin control que favorecía más al Sevilla que al Madrid, hasta que la expulsión de Marcao equilibró la balanza numérica.
Ni siquiera con superioridad el Madrid tomó el mando. El Sevilla manejó el balón y el Bernabéu volvió a expresar su enfado, especialmente cuando Vinicius fue sustituido entre una sonora pitada. El segundo gol llegó desde el punto de penalti, tras una clara falta de Juanlu sobre Rodrygo. Mbappé no falló y alcanzó el récord anual de Cristiano Ronaldo, al que dedicó el tanto.
El tanto histórico no cambió el ánimo del estadio. Una segunda pena máxima, anulada por el VAR, impidió superar la marca, pero el ambiente ya estaba marcado por la desconfianza. El Madrid ganó, sí, pero volvió a dejar la sensación de que el resultado tapa, más que soluciona, sus problemas.













