La Unión Europea intenta salvar un pacto histórico que crearía la mayor zona de libre comercio del mundo
La Unión Europea ha decidido darse más tiempo para cerrar el acuerdo comercial con el Mercosur, negociado durante 25 años, ante el riesgo de que las reticencias de algunos Estados miembros frustren definitivamente su aprobación. El Ejecutivo comunitario ha planteado a los países sudamericanos retrasar la firma, prevista inicialmente para este fin de semana, hasta principios de enero, con el objetivo de convencer a la primera ministra italiana, Giorgia Meloni.
Sin el respaldo de Francia —cuyo rechazo se da por hecho— y con las dudas de última hora expresadas por Italia, la UE no logra sumar las mayorías necesarias. Bruselas confía, no obstante, en que Roma aún pueda sumarse al consenso si se le concede margen para gestionar las resistencias internas y se introducen garantías adicionales para los sectores más sensibles.
Meloni ha subrayado esta semana que el acuerdo “no está todavía maduro”, una posición influida por la presión del sector agrícola, clave en su base electoral, y por las tensiones con su socio de Gobierno y rival político, Matteo Salvini. La primera ministra italiana se mueve además entre esas cautelas y las presiones de la patronal Confindustria, firme defensora de un pacto que abriría un mercado potencial de más de 700 millones de consumidores en 31 países de ambos lados del Atlántico.
Consciente de que la oposición de Francia y Polonia convierte a Italia en un actor decisivo, Meloni ha elevado el precio de su apoyo. En ese contexto, los negociadores del Consejo de la UE y del Parlamento Europeo acordaron esta semana nuevas salvaguardas para los agricultores y los productos europeos. El paquete, diseñado por la Comisión Europea, contempla un mecanismo que permitiría suspender de forma ágil las ventajas arancelarias a importaciones del Mercosur si se detectan “graves distorsiones” en sectores especialmente sensibles como el vacuno, el avícola o el azucarero.
Estas medidas, que no requieren la aprobación de los países sudamericanos, se suman a las salvaguardas medioambientales, climáticas y de derechos humanos ya incluidas en el texto pactado hace un año por la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen.
A su llegada a la cumbre europea de este jueves, Von der Leyen defendió el acuerdo como una pieza clave para diversificar las relaciones comerciales de la UE y reducir dependencias estratégicas. “Superar nuestras dependencias se logra diversificando los acuerdos comerciales”, afirmó. Junto al presidente del Consejo Europeo, António Costa, y a los jefes de Gobierno de España y Alemania, Pedro Sánchez y Friedrich Merz, la alemana lidera el bloque favorable al pacto.
El acuerdo con Mercosur es visto en Bruselas como la prueba decisiva de la estrategia europea para responder al giro proteccionista de Estados Unidos y a la fuerte dependencia de China. Mientras la UE avanza en acuerdos con países como Indonesia o India, el pacto con Argentina, Brasil, Uruguay y Paraguay se mantiene como el más ambicioso y simbólico. Su futuro, por ahora, queda pendiente de si enero logra lo que diciembre no consiguió.
















