La salida de Pilar Alegría del Ministerio de Educación deja en Ceuta un balance marcado por promesas incumplidas, proyectos estancados y una comunidad educativa crítica con los resultados obtenidos durante sus cuatro años y medio al frente del departamento.
Han pasado más de diez años desde que un ministro de Educación visitara oficialmente Ceuta. Fue en junio de 2014, cuando José Ignacio Wert firmó varios convenios de colaboración en la ciudad. Desde entonces, distintos responsables del área han pasado por el Ministerio sin lograr el impulso educativo que reclaman docentes y sindicatos, una situación que vuelve a ponerse en cuestión tras la marcha de Pilar Alegría.
El pasado 16 de diciembre, Alegría anunció a través de redes sociales su dimisión como ministra para centrarse en las elecciones autonómicas de Aragón, previstas para el 8 de febrero. Por el momento, el cargo permanece vacante, a la espera de que el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, nombre a su sustituto. Su salida reabre el debate sobre una gestión que, en Ceuta —donde las competencias educativas dependen directamente del Estado—, deja más dudas que avances.
“Hoy cierro cuatro años y medio como ministra del Gobierno de España. Qué enorme privilegio y qué eterno orgullo haber podido contribuir a la mejora de la educación, la FP y el deporte de mi país”, escribió Alegría en la red social X. Un mensaje que contrasta con la percepción mayoritaria de la comunidad educativa ceutí, que ha mostrado reiteradamente su descontento durante esta etapa.
Uno de los pocos aspectos valorados positivamente ha sido el aumento progresivo del cupo de profesorado tras la pandemia de la covid-19. Sin embargo, incluso este punto recibe matices por parte de la oposición. El diputado del Partido Popular y exconsejero de Educación en Ceuta, Javier Celaya, considera que este refuerzo responde en gran medida a la caída de la natalidad.
“Se reforzó el cupo de profesorado y el Gobierno socialista se ha beneficiado de la bajada de alumnos para mejorar las ratios, por lo que no tiene gran mérito. Aun así, es la parte positiva que se le puede reconocer a Pilar Alegría”, señala.
En el apartado de infraestructuras educativas, el balance es claramente negativo. Aunque el mantenimiento de los centros corresponde a la Ciudad Autónoma, el Estado no ha construido ningún colegio nuevo en décadas, lo que ha derivado en un deterioro progresivo de los edificios. Un ejemplo reciente fue el desprendimiento del techo de unos baños en el CEIP Ramón y Cajal, que obligó a reubicar al alumnado en otros centros.
A ello se suman proyectos largamente anunciados y nunca materializados, como el Centro Integrado del Brull o la denominada ciudad de la Formación Profesional. También persisten las dudas sobre la aplicación real de la FP Dual en Ceuta.
“El balance en infraestructuras no es bueno. Ni la ciudad de la FP ni el centro integrado del Brull han cuajado después de tanto tiempo. El Brull parece que se hará, pero de la ciudad de la FP no se sabe nada. El compromiso del Ministerio con la inversión educativa en Ceuta ha sido nulo”, concluye Celaya.
Con la marcha de Alegría, la comunidad educativa ceutí mira ahora al próximo responsable del Ministerio con la esperanza de que las promesas pendientes dejen de ser anuncios y se traduzcan, por fin, en hechos. Si quieres, puedo ajustar el tono (más crítico o más neutral), acortarla o adaptarla al estilo de un medio concreto.
















